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Una zambullida en las aguas turbias del pantano | por Lariza Zmud

Una zambullida en las aguas turbias del pantano…
“En una de las escenas más importantes del film de Alfonso Cuarón de 2006 “Children of men”, el personaje de Clive Owen, Theo, pasa a visitar a un amigo en la sala de turbinas de la Tate Modern, reconvertida en una mezcla de edificio gubernamental y colección de arte privada… Es el único momento en donde podemos husmear la vida de la élite social, que se refugia de la catástrofe producida por la esterilidad masiva: a lo largo de una generación entera no ha nacido un solo niño. Theo pregunta entonces ¿qué van a importar todas estas cosas si pronto nadie podrá verlas?” Mark Fisher

“El brillante film de Alfonso Cuarón “Children on Men” (Hijos del hombre) presenta otro modo en el que las instituciones artísticas podrían responder a la guerra civil planetaria… La sala de turbinas de la Tate Modern se ha transformado en la sede del Ministerio de las artes; allí se les ofrece refugio a las obras de arte preciosas: un Arca de las Artes.” Hito Steyr



Decadencia y esplendor
La topología de las Bienales de arte contemporáneo en el transcurso del siglo XX le han dado forma y sentido institucional a las maneras de circulación y cristalización del mercado del arte que conocemos. Se consagran como espacios legitimadores de grandes relatos que ya vienen sucediéndose tanto en las producciones artísticas como en los grupúsculos académicos, donde hacemos alarde de nuestras tentacularidades cyborgs y proclamamos que las categorías binarias aplastantes de la modernidad no nos identifican. Y al mismo tiempo que seguimos exponiendo nuestro desagrado por las políticas xenófobas, no dejamos de celebrar la “superioridad” ética de las bienales por atreverse a exponer ante “el gran público” los temas candentes de la actualidad. Venecia fue una ciudad planificada estratégicamente para asegurar el mercado y el lujo. Erguida sobre un pantano donde ya no cabe ni un alfiler, parece un viaje en el tiempo, con sus palacios decadentes y sus grandes pabellones. Aunque un atisbo de modernidad asome, ningún individuo "no capaz" parece poder transitar por sus infinitos puentes sin contar con un presupuesto absurdo que le permita costear un taxi privado durante toda su estadía La Bienal de Venecia no deja de ser un fenómeno atravesado por un siglo de guerras, exterminios, racismos, y todo tipo de ismos excluyentes. Una bienal que habita la contradicción de combinar la reflexión sobre los temas más candentes de la geopolítica con la aceptación social del creciente consumo vinculado al lujo, al espectáctulo, a las marcas, a los cuerpos hegemónicos, todo esto alrededor de mesas burguesas donde se exhiben banquetes que nadie comerá. Cabe preguntarse, ¿para quiénes son las bienales, especialmente la Bienal de Venecia? ¿Quién compone ese gran público que se dirige hacia Venecia, preferiblemente durante la pre-inauguración, no solo para mostrarse, sino también para ostentar sus abultadas agendas de cócteles infinitos? Venecia, una ciudad donde la exclusividad habitacional es una realidad innegable más allá de lxs miles de venecianxs que abandonan sus hogares para trasladarse al continente y alquilar sus apartamentos en Airbnb a precios exuberantes. Entonces, si nadie permanece viviendo en Venecia, ni siquiera el fantasma de Tadzio, ¿solo somos zombies que ocupamos pisos que alguna vez representaron el esplendor del mercantilismo y hoy simbolizan la decadencia de la humanidad, al menos por unos días? ¿Acaso se trata simplemente de una oportunidad para comparar listas, brindar con un Spritz y, con suerte, encontrar algo que nos devuelva la fe en lo que hacemos?. ¿Tiene algún sentido hacer todas estas críticas a una institución que nació con el objetivo de contar el relato hegemonizante de unxs pocxs? ¿Tiene algún sentido cuestionar una Bienal que sucede en una ciudad donde el éxito del mercado y el tráfico permitió que la riqueza se desborde y, como también sabemos, siempre que hubo riqueza hubo arte?. Digo hubo, porque tengo la certeza espantosa de que las nuevas riquezas están cada vez más lejos de decidir producir arte con sus excesos. O tal vez, el arte de ésta época tenga cada vez menos que ver con aquello que consideramos arte ¿quién sabe si el arte del futuro no tendrá que ver más con la radical brevedad e inmediatez demandada por las nuevas formas de comunicación y sus usuarios? Enciclopedia: Esta edición de la Bienal de Venecia por Adriano Pedrosa, primer curador latinoamericano, se titula Stranieri Ovunque (Extranjeros por todas partes). Se inspira en una serie de obras de la artista Claire Fontaine, que consiste en esculturas de neón de colores que reproducen en diferentes idiomas la frase "Extranjeros por todas partes", o como me gusta traducirla a mi “extranjeros hasta en la sopa”. La misma proviene, a su vez, del nombre de un colectivo turinés que luchó contra el racismo y la xenofobia en Italia a principios de la década de 2000: Stranieri Ovunque. Podemos elegir pensar que esta frase denuncia que no existe tal cosa como lxs extranjerxs, es decir, que se trata de una ficción más de las tantas creadas por la modernidad para jerarquizar y excluir algunas vidas en virtud de “la vida humana”. Asimismo, Pedrosa, al asumir como director del Museo de Arte de San Pablo, recuperó el montaje original para la colección que la arquitecta Lina Bo Bardi había diseñado en concordancia con el edificio. Se trata de unos caballetes de cristal sostenidos por un cubo de hormigón que permitieron crear una narrativa desjerarquizada en la sala central de la colección del MASP desde 1968 hasta que fueron removidos en 1996, y que Pedrosa repuso en el año 2015. Este movimiento es central para comprender y para aproximarse a la propuesta de esta edición de la Bienal de Venecia ya que los mismos caballetes han sido utilizados para uno de los núcleos históricos de la exposición. Desde una perspectiva colonialista, tanto la modernidad como el modernismo suelen aprenderse como fenómenos que surgieron en Europa y luego se difundieron hacia el resto del mundo. Esta visión implica que Europa es el epicentro del desarrollo histórico y cultural, mientras que otras regiones del mundo son receptores pasivos de estas influencias. Sin embargo, esta interpretación omite el reconocimiento de las dinámicas simultáneas y los desarrollos autónomos que ocurrieron en otras partes del mundo. La modernidad, entendida como el período histórico de transformaciones sociales, económicas y políticas durante el cual se establecieron lógicas institucionales en las que funcionamos, no porque efectivamente nos encontremos todxs funcionando bajo esas leyes, sino que justamente la modernidad consiste en afirmar que hay un orden coherente entre ellas: un orden industrial, secular y racial. La modernidad basada en el idealismo y el humanismo, separa objetos, ritmos, y flujos y crea zonas ontológicas de lo humano y donde se cristalizan las instituciones que caracterizan, jerarquizan e incluyen las formas de vida humana: familia, academia, escuela, hospital, museo, cárcel, psiquiátrico, nación, etc. El modernismo, como movimiento estético y cultural que surge del rechazo a las tradiciones establecidas y al orden academicista, para explorar nuevas formas de expresión y postular la unión del arte y la vida, tiene manifestaciones en diversas partes del mundo. En cada región, con sus características sociales, religiosas y culturales, toma distintas formas y refleja una complejidad y diversidad que trasciende la noción europea. Artistas de todo el mundo desarrollaron formas de modernismo que respondían a sus realidades locales, hoy leídas (nuevamente desde una perspectiva europea y exotisantes) como: la identidad, la colonialidad y la resistencia cultural. En los núcleos históricos de la bienal nos encontramos con evidencias de estas dinámicas simultáneas pueden encontrarse en diversas obras de arte que atestiguan cómo los mismos temas o problemáticas estaban siendo desarrollados en diferentes partes del mundo. Y en este sentido el núcleo histórico es un abordaje, tanto de la modernidad como del modernismo, con una perspectiva descentralizada. Enfoque que evidencia cómo ciertos ritmos, estilos, preocupaciones y problemáticas sucedían a la vez en distintos puntos del globo, y que las influencias no fueron unidireccionales, desde Europa hacia el mundo, sino que una vez más el extractivismo de narrativas históricas es otro de los grandes modelos de colonización vigentes hasta el día de hoy. A su vez, el núcleo histórico también se desdobla en 3 temáticas, siempre atravesadas y entrecruzadas, dos de ellas exhibidas en el pabellón central de Giardini y una en Arsenale. La abstracción; el retrato y diáspora Italiana respectivamente. Dentro de “La abstracción”, decenas de obras de artistas muertxs de países periféricos fueron exhibidos por primera vez en la Bienal. Artistas, en su mayoría, desconocidxs para quienes recorremos esas salas, excepto claro por los provenientes de nuestras mismas regiones. En la mirada curiosa sobre estas obras, aparece la pregunta recurrente: ¿qué es el arte contemporáneo? ¿De qué hablamos cuando nos referimos a él?. El arte contemporáneo consiste en una nueva manera de observar lo ya visto, los artistas que forman parte del núcleo de la abstracción podrían considerarse contemporáneos porque a pesar de estar muertos, para muchos de nosotros será la primera vez que los veamos, y esa primera vez nos permite reescribir nuestra propia historia y contar nuevos relatos. Por otro lado el 3er núcleo histórico, ubicado en el medio del recorrido contemporáneo en el pabellón central de Arsenale, montado sobre los caballetes de cristal de Bo Bardi es el dedicado a la diáspora italiana. Esta nos muestra cómo los artistas italianos exiliados se posicionaron y encontraron refugio y éxito en los países que los recibieron, como por ejemplo Argentina. Y nos recuerda cómo las políticas migratorias de Italia en la actualidad, basadas en la extrema derecha, no permiten recibir a los "extranjeros". Este gesto político de Pedrosa que resalta la xenofobia del país que lo recibe como curador, es tal vez el más sobresaliente. Italia, al igual que el resto de Europa, se olvida de su propia historia de migración y exilio. Desobediencia No voy a detenerme en cada núcleo porque este ensayo busca menos ser una descripción minuciosa de lo que se exhibe en esta edición de la Bienal de Venecia, y más ser una narración caprichosa de algunos puntos en donde encontré cierto interés por fuera de todas las obviedades que podemos decir y darnos una palmada por estar de acuerdo. Pero de nuevo, me gana el pesimismo, y me pregunto ¿qué decir de los pabellones nacionales en Giardini y Arsenale, o por fuera de los dos grandes venues de la ciudad? ¿Qué decir de esa obsoleta geopolítica a la que la bienal sigue atada? ¿Será que estamos por encontrarnos con un nuevo giro y lo más radical de ahora en adelante será ser un país sin pabellón en Venecia? En todo caso, es una pregunta interesante si queremos realmente tener posturas críticas y no sólo enunciar que las tenemos. Podemos elegir no ignorar el problema de que poseer pabellones nacionales no es otra cosa que continuar con discursos y taxonomías que siguen rigiéndose bajo las ideas de extranjerxs, fronteras y ciudadanxs. Algo que resulta, como mínimo, anacrónico en el presente turbulento en el que nos encontramos, donde no comprendemos de qué se trata vivir, menos aún cómo seguir viviendo en este mundo dañado Arte cutie free: ¿Quiénes hablamos de que? ¿Para qué es este texto? ¿Por qué seguimos haciendo arte? ¿con quienes estamos hablando? ¿Qué estamos haciendo? Con frecuencia, critico la Bienal de Venecia y me encuentro viéndome a mí misma como una snob que asiste únicamente para señalar su falta de profundidad o reflexión. Es entonces cuando recuerdo que siempre le exigimos demasiado al arte, esa disciplina libre de mezclar cualquier cosa; a que la que le pedimos que cambie el mundo; que nos de paz; que embellezca nuestro alrededor; que no sea demasiado superficial; que no se pase de conceptual; que nos haga reflexionar; que nos guste; que no nos desilusione; que no se venda; que nos incomode; que esté en el museo más grande del mundo; que ponga de moda nuestro barrio; que haga más rico nuestro café de especialidad, que, que… Pienso en la mirada generosa de mis alumnxs, con quienes recorro los pabellones, que ya abordo con prejuicio, y veo cómo se embelesan, emocionan y conmueven, ya que no le piden tanto y entonces les da mucho más. En esos momentos, cuando me preguntan y me miran con ansias por escuchar palabras que les permitan seguir creyendo en algo, siento que es esencial no perder la curiosidad. ¿Será que debemos salir de nuestra burbuja para poder observar con una perspectiva renovada lo que nos rodea? Así, evitamos caer en el cinismo del amigo de Theo en "Hijos del Hombre" y nos permitimos, por un instante, ver con esos "ojos nuevos" que hacen historia y crean mundos posibles. ¿Y si es cierto lo que nos dice Hito Steyrl y los museos (las instituciones artísticas) en este presente de sueños liberales repletos “de oligarcas, señores de guerra, corporaciones demasiado grandes como para fallar, dictadores y montones de personas sin Estado” tienen menos que ver con el pasado y más con crear el futuro de nuestra vida en común? Si una de las instituciones artísticas más importantes del mundo sigue utilizando nociones tan rígidas y estructuradas como el nacionalismo, en un contexto como el actual, cabría preguntarse: ¿Cómo podemos crear instituciones que se adapten, por ejemplo, a los flujos migratorios?. No podemos negar que mientras tenemos estas conversaciones y hacemos alarde de nuestro devenir-humus-compost-sin-nación-post-humanx, intentando explorar otras lógicas de convivencia, se están potenciando discursos de odio a través de las redes sociales en todos los puntos del globo. ¿Cuál es el arte de un presente en donde se crean personajes hiper violentos que logran llegar al poder?. Tal vez la única estética posible sea la de los videos de 15 segundos. Tal vez, antes de escribir textos, como éste, largos y repetitivos, deberíamos aprender a contar alguna historia en 15 segundos. Rendirse no es una opción. Larisa Zmud. Por si decidimos incluir ejemplos de obras: Para incluir Artistas abstracción: https://www.labiennale.org/en/art/2024/abstraction/etel-adnan https://www.labiennale.org/en/art/2024/abstractions/mohammed-chebaa https://www.labiennale.org/en/art/2024/abstraction/rafa-al-nasiri https://www.labiennale.org/en/art/2024/abstractions/saliba-douaihy Not so sure: https://www.labiennale.org/en/art/2024/abstractions/ernest-mancoba https://www.labiennale.org/en/art/2024/abstractions/mari%CC%81a-martorell https://www.labiennale.org/en/art/2024/abstractions/marco-ospina https://www.labiennale.org/en/art/2024/abstractions/fadjar-sidik Ejemplos de Obras Exhibidas en la Bienal de Venecia 2024 Etel Adnan: Su obra se caracteriza por paisajes abstractos llenos de color y líneas geométricas. Adnan captura la esencia de los lugares a través de formas simplificadas y colores vibrantes, reflejando su conexión profunda con la naturaleza y su herencia cultural. Rafa Al-Nasiri: Conocido por su uso innovador de la caligrafía árabe en el arte contemporáneo, Al-Nasiri combina elementos tradicionales con técnicas modernas para explorar temas de identidad y memoria cultural. Mohammed Chebaa: Su trabajo fusiona el arte moderno con motivos tradicionales marroquíes, creando composiciones abstractas que hablan de la herencia cultural y la modernidad. Chebaa es una figura clave en el movimiento artístico moderno en Marruecos. Saliba Douaihy: Un pionero del arte abstracto en el Líbano, Douaihy utiliza formas geométricas y colores planos para crear obras que reflejan la esencia de los paisajes libaneses y la espiritualidad de su tierra natal. Ernest Mancoba: Sudafricano de origen, Mancoba es conocido por su abstracción lírica que fusiona influencias africanas y europeas. Sus obras reflejan una búsqueda espiritual y una profunda conexión con sus raíces culturales. María Martorell: Artista argentina cuya obra abstracta está marcada por el uso audaz del color y las formas geométricas. Martorell explora la relación entre el color, la luz y el espacio, creando composiciones dinámicas y vibrantes. Marco Ospina: Colombiano, Ospina es un referente del arte abstracto en América Latina. Sus obras están caracterizadas por el uso de formas geométricas y una paleta de colores limitada, explorando la relación entre el espacio y la forma. Fadjar Sidik: Indonesio, Sidik es conocido por su estilo "geométrico simbólico", donde combina formas geométricas con elementos simbólicos y culturales de Indonesia. Su obra es una fusión de modernidad y tradición. Estas obras ejemplifican cómo el modernismo y la abstracción se han manifestado en diferentes contextos culturales, reflejando preocupaciones y estéticas locales mientras dialogan con tendencias globales. La inclusión de estos artistas en la Bienal de Venecia 2024 permite reescribir la historia del arte contemporáneo, destacando la diversidad y la riqueza de las contribuciones artísticas más allá del canon europeo. Artistas Diáspora: LIBERO BADIÍ, LINA BO BARDI, ELDA CERRATO, JUAN DEL PRETE, ANNA MARIA MAIOLINO, TINA MODOTTI, ESTER PILONE, CLORINDO TESTA y ALFREDO VOLPI El tercer núcleo histórico, ubicado en el pabellón central de Arsenale y montado sobre los icónicos caballetes de cristal de Lina Bo Bardi, está dedicado a la diáspora italiana. Este núcleo muestra cómo los artistas italianos exiliados encontraron refugio y éxito en los países que los recibieron. Por ejemplo, se destaca la obra de Juan Del Prete, cuyas pinturas abstractas y coloridas reflejan su experiencia migratoria y su conexión con la vanguardia europea. Además, Ester Pilone, con su estilo expresionista, retrata la nostalgia y la búsqueda de identidad en sus obras, mientras que Aldo Volpi, influenciado por el futurismo, experimenta con formas geométricas y colores vibrantes para explorar la modernidad y la identidad italiana en el extranjero.

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